Guía de Sexualidad > Educación sexual
Desde que nacemos recibimos ciertas pautas que nos marcarán toda nuestra vida: aunque los padres muchas veces no sean conscientes, están educando a sus hijos en la sexualidad, incluso con la negación o ausencia de información, por eso es importante que los padres sean conscientes de que a través de sus gestos, de cómo actúen en determinadas situaciones, estarán educando de una forma u otra.
Los padres deben empezar a contestar las preguntas y curiosidades de sus hijos desde el momento en que surjan. Los niños tienen erecciones desde que están en el útero de la madre y a edades muy tempranas sienten cualquier cambio en su cuerpo. Es algo que ocurre aunque los padres no quieran verlo, por eso es imposible no tocar el tema en la familia. Pero en cada etapa de la vida la sexualidad cambia y tiene unos contenidos y actitudes concretas que se deben trabajar. Cuando muestren interés, cualquier episodio de la vida cotidiana es válido para introducir el tema, pero siempre conviene hacerlo de una forma clara, sencilla y concisa, sin darles más información de la que ellos demanden ni mensajes contradictorios
Si se quiere conseguir una formación de calidad debe ser una labor compartida entre la familia, la escuela y los profesionales formados en sexología. Desde que se aprobó la reforma de la Logse, la educación sexual se recoge como una asignatura transversal que debe tratarse en los colegios, pero según Ana Ramírez de Ocáriz, no siempre se hace. “Está muy relacionado con las actitudes y valores de cada persona, y hay parte del profesorado que no se ve capacitado o tiene temor a hablar de ello en clase. También los padres tienen miedo y rehuyen el tema. Nuestra labor como sexólogos debería ser la de formar a los padres y profesores para que puedan educar mejor a los jóvenes”.
Aunque cada familia es un mundo, los profesionales de la sexología señalan varias pautas que todos los padres debieran seguir con sus hijos adolescentes para conseguir una adecuada educación sexual:
- Deben potenciar una buena comunicación desde que los niños y niñas son muy pequeños y responder a todas sus preguntas.
- Es imprescindible que estén siempre disponibles cuando sus hijos pregunten sobre sexualidad, para que tengan sensación de apoyo.
- A la hora de responder lo importante no es tanto el contenido de la respuesta, sino la actitud que se tome.
- No hay que preocuparse si no se sabe contestar a todas sus preguntas. En caso de duda, es preferible confesar las lagunas a escaquearse de la pregunta.
- Hay que tratar el tema con normalidad y naturalidad. No se debe frivolizar pero tampoco hablar con excesiva seriedad.
- Es importante transmitir los valores de cada familia, ya sea conservadora o liberal, pero sin trasladar falsas creencias (por ejemplo, decir que es malo masturbarse).
- Conviene aceptar como algo natural y habitual las conductas auto eróticas en la adolescencia (masturbación). En la infancia también son muy comunes los juegos sexuales de exploración de genitales.
- Hay que marcar ciertos límites, pero siempre consensuados.
- Deviene fundamental hablar con los hijos y decirles qué nos preocupa como padres. No es malo reconocer nuestras lagunas o miedos.
- Es importante no creer que los hijos ya lo saben todo sobre el tema o incluso que saben más que los padres.
- Debemos confiar en ellos y educarles en la confianza, la autoestima y el respeto.
- No hay que tener miedo a dar más información de la que los hijos pidan.
- No debemos forzarles a que hablen o lo cuenten todo, es lógico que en la adolescencia no quieran hablar de ciertos temas.
- Ante cualquier duda debemos pedir consejo a profesionales. No hace falta que exista un problema para acudir al sexólogo. La mejor educación que se puede ofrecer es la formación de uno mismo en esa materia.
- No hay que preocuparse por hablar de un tema concreto a una determinada edad, la información debe ir fluyendo cuando ellos quieran.
- Los padres con hijos homosexuales deben aceptarlo y tener claro que no es algo que se elige, sino que tiene que ver con su propia identidad.
- La clave de una buena educación está en abordar el tema desde las emociones y sentimientos de cada uno, y no desde los juicios de valor o los prejuicios.