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Introducción

Se conoce por violencia a la coacción física o psíquica ejercida sobre una persona para viciar su voluntad y obligarla a ejecutar un acto determinado. Desde los tiempos más remotos de la cultura humana, las mujeres han venido padeciendo la violencia masculina en su relación con los hombres; violencia que es universal.

Los entresijos culturales, los múltiples factores que concurren a justificar una situación como es la discriminación sexista, hacen muy difícil su compresión por todas las personas.

En 1993, la Organización de las Naciones Unidas aprobó en Asamblea General una declaración de eliminación de la violencia contra la mujer, definiendo a ésta como cualquier acto de violencia por razones de sexo que tenga o pueda tener como resultado daños o sufrimientos físicos, sexuales psíquicos, incluyendo la amenaza de tales actos, la coacción o la privación de libertad.

Considera también que la violencia masculina contra las mujeres incluye entre otras conductas:

Asimismo, considera que la violencia constituye un atentado contra el derecho a la vida, a la seguridad, a la libertad, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de la víctima.

La violencia contra la mujer no es una violencia fortuita, el factor de riesgo es ser mujer. El mensaje el la dominación. La violencia psicológica es más difícil de eliminar, incluye:

El fenómeno de la la violencia de género es cada día más preocupante. Según el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial, los 21 Juzgados exclusivos de Violencia sobre la Mujer (JVM) y los 417 con competencias compartidas con otros asuntos, existentes en todos los partidos judiciales de España, registraron un total de 148.448 asuntos penales en su primer año de funcionamiento –entre el 29 de junio de 2005 y el 30 de junio de 2006-, según datos oficiales del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género.

Aunque esta violencia contenga elementos de carácter sexual, todos los estudios coinciden en señalar que las agresiones a mujeres no se producen como expresión de un deseo sexual, sino que están ligadas al sentimiento de poder y a la voluntad de dominar. Controlar el cuerpo, la sexualidad, la existencia de las mujeres, es el fin de estos ataques. Estamos ante una expresión de poder y dominación.

La violencia contra las mujeres se funda en el reparto desigual del poder entre hombres y mujeres. Se sustenta directamente sobre la opresión social de las mujeres, cuya responsabilidad incumbe a estructuras e instituciones como la cultura, la educación o la religión. Sus consecuencias se agravan por la dependencia económica y la falta de poder político. Todo ello a la vez que, sobre el papel, la ley proclama la igualdad entre los sexos y reprime y sanciona a los autores de esta violencia.

Las diferencias en la educación persisten, pues la masiva incorporación de la mujer al sistema educativo ha beneficiado tan solo a las últimas generaciones.

¿Quién está a salvo de los malos tratos?

Absolutamente nadie. La agresión contra ellas es un ataque contra todas las mujeres. El colectivo femenino está amenazado cuando la sociedad considera la violencia de género como un asunto privado entre dos personas.

La violencia doméstica es siempre una tortura, ninguna mujer es culpable de la violencia incontrolada de su pareja, el comportamiento agresivo es sólo responsabilidad de quien los comete.

Mitos y prejuicios en la Violencia de Género