Son múltiples las posturas que se pueden llevar a cabo; se deberá elegir aquellas que satisfagan a la parejas y no estará de más fantasear con otras menos convencionales para romper la monotonía. Es necesario hablar de lo que gusta, cuándo, dónde y cómo, dejando sitio libre a la imaginación.
Las más usuales son:
La postura del misionero |
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Por ser la que los misioneros proponían a los indígenas. Cuenta con la ventaja que la inserción del pene es fácil y adecuada para generar embarazo, además de poderse mirar y besar, contemplándose mutuamente; pero el inconveniente es que cuando el hombre es corpulento, deja caer todo el peso del cuerpo sobre el de la mujer, inmovilizándola y presionándola, dificultando la respiración, siendo desaconsejada en caso de embarazo. |
Unas modificaciones a esta postura pueden darnos nuevos placeres. Seguramente alguien les habrá puesto nombres peculiares, pero para mi son la modificación de una misma postura. Veámoslas: |
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Manteniendo las manos sobre los riñones de su compañero, la mujer puede adaptarse mejor al ritmo de sus movimientos. |
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La modificación de la inclinación de la vagina merced a la flexión de los muslos, permite una penetración más profunda del pene y un contacto más íntimo entre la región clitorídea y el pubis masculino. |
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Cuanto más elevada está la vagina por el repliegue de las rodillas hacia el pecho, más profunda será la penetración. |
Cara a cara de lado |
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Es una postura cómoda para ambos, ya que ninguno tiene que soportar el peso del otro, quedando libre la mano para acariciar, permitiendo besarse y verse, aunque el inconveniente es el tener habilidad en introducir el pene y mantenerlo dentro de la vagina; siendo los movimientos coitales más suaves. |
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